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viernes, 2 de marzo de 2012

LA CONSOLIDACIÓN RUSA BAJO EL LIDERAZGO DE PUTIN





El gobierno de Vladimir Putin (2000-2008) y su gestión como Primer Ministro (2008-hoy) ubicó a Rusia en el primer plano de la escena política internacional. Esta condición es consecuencia de la ruptura con la política que venía siguiendo su antecesor Boris Yeltsin la cual se ha basado en la implementación de una política orientada sobre tres ejes: En primer lugar, una política de centralización y acumulación de poder, frente a los gobiernos regionales. En segundo lugar su gobierno estimuló una política económica destinada al estímulo del sector energético y de los hidrocarburos, lo cual implicó un enfrentamiento con los sectores oligárquicos que se habían beneficiado de las políticas de liberalización económica de Yeltsin. Finalmente, la combinación de centralización de poder y la acumulación de recursos, ha permitido a Putin, recuperar una idea de un “Imperialismo Ruso” que le permite establecer una zona de influencia geopolítica en la zona de Eurasia.

1. Centralización y guerra.

La llegada de Vladimir Putin al poder, se dio en una coyuntura marcada por la debilidad del Estado Ruso. Tal condición fue producto, de la heterogeneidad del territorio ruso, el cual después de la caída de la Unión Soviética, quedó conformado por 21 repúblicas, 6 territorios, 49 regiones, dos ciudades federales, una región autónoma y diez distritos autónomos, lo que nos da como resultado que el país llegó a estar conformado por cerca de 89 entidades territoriales, sujetas al territorio de la Federación Rusa. El antecesor de Putin, Boris Yeltsin, quien había llegado al poder después de la caída del comunismo, se caracterizó por otorgar un exceso de autonomía a las regiones, a las que motivó para que asumieran la mayor cantidad posible de funciones soberanas, tales como manejo de la seguridad o cobro de impuestos, en aras de conservar la unidad del país. Este objetivo se logró de forma parcial, sin embargo, el debilitamiento del poder del Estado llevó a que en las regiones no hubiese control efectivo sobre la corrupción y el crimen organizado (Rotfeld, 2001, págs. 14-15).

Vladimir Putin había desarrollado una carrera ascendente en los servicios de seguridad de la Federación Rusa, hasta llegar a convertirse en Primer Ministro de Yeltsin en septiembre de 1999. Su visión nacionalista y su accionar autoritario durante la segunda guerra de Chechenia, así como la promesa de implacabilidad con el terrorismo después de los atentados en Moscú de 1999, le permitieron ganarse el apoyo de la población rusa y conquistar el poder en el año 2000. Desde su llegada al poder, Putin se encontró con un país devastado por la corrupción de los gobiernos regionales y la crisis económica de 1997.

Putin dio un vuelco a las relaciones entre el Ejecutivo y las Regiones, bajo una política llamada Cadena Vertical de Mando, destinada a llevar a cabo una centralización del poder. Para ello dividió el país en ocho distritos federales, y para cada uno de ellos era designado un funcionario conocidos como “Representantes Plenipotenciarios del Presidente”. La principal tarea de estos representantes es la unificación de la legislación nacional y regional, así como el ejercer control sobre los impuestos recaudados por los gobernadores, para que estos pasen al tesoro nacional. El segundo gran cambio que Putin llevó a cabo para centralizar el poder se realizó en el Consejo de la Federación, la cual es la Cámara Alta del Parlamento Ruso.[1] Antes los miembros de esta Cámara solían ser los gobernantes regionales, pero una reforma llevada a cabo en 2001, estableció a que los miembros de esta cámara deban ser electos por los parlamentos de las distintas regiones rusas. Con esto, Putin logró tener un as bajo la manga, porque al no poder acceder al legislativo, los mandatarios regionales, no podían disfrutar de la inmunidad parlamentaria que les permitía no ser procesados por irregularidades (De Andrés & Ruiz, 2008, págs. 19-22). Estas medidas redujeron el poder los gobernadores regionales, con lo que Putin pudo imponerse sobre el Consejo de la Federación para imponer sus políticas.




















2. Una nueva vía económica.

La herencia del gobierno Yeltsin en materia económica tampoco fue la mejor. En el tránsito de la economía planificada del comunismo, a la economía de mercado liberalizada, se llevó a cabo un plan de privatizaciones de las empresas públicas, las cuales fueron transferidas a sus antiguos administradores, los cuales eran los mandatarios regionales. Según Joseph Stiglitz (2002, págs. 202-204), esto llevó a que en lugar de generar un cambio en la economía, los gobernantes regionales se aprovechasen de los activos estatales privatizados, para obtener dividendos y hacer fortuna. De igual manera, el grado de descentralización de la administración Yeltsin, llevó que no hubiera un efectivo sistema de recaudación de impuestos sobre los recursos energéticos, pero lo irónico es que el Estado seguía subvencionando recursos como el gas y el petróleo. A los cuales les dio prioridad por encima del sector manufacturero, lo que perjudicó la producción industrial rusa (Service, 2000, págs. 485-501).















A su llegada al poder, Putin dio un giro en esta política. Según Antonio Sánchez (2001, pág. 27), el mandatario ruso optó por una política de modernización en la cual se combina la acción del sector privado con una amplia presencia estatal, en contraposición a la liberalización excesiva y el modelo planificado del comunismo. Por tanto Putin enfocó su visión a reformar el manejo de los recursos energéticos, por medio del fortalecimiento de la empresa pública extractora de gas natural Gazprom, la cual debía ser competitiva en el mercado mundial frente a otras compañías extractivas. Asimismo, Putin ha fortalecido el sector petrolero, incrementando la producción nacional. Estas medidas no han estado exentas de lucha contra los llamados “oligarcas rusos”, como se conoce a las persona que tomaron el control de las empresas estatales, obteniendo altos dividendos, mientras las cifras de pobreza aumentaban en el país. Estos individuos podían operar tranquilamente en Rusia, dado el bajo grado de regulación financiera, lo que derivó en una excesiva y permisiva fuga de capitales entre 1997 y 1998 (Rotfeld, pág. 13). El enfrentamiento de Putin con esta clase ostentosa, le ha servido para ampliar su ya creciente popularidad entre los rusos.














3. La estrategia geopolítica

Putin tiene una gran ambición: reconstruir a Rusia como potencia económica, esto lo esta desarrollando por medio de un discurso de carácter más imperialista que nacionalista.[2] Esto llevó a Putin a ejercer una política internacional orientada a la consolidación de una zona de influencia sobre Eurasia, como consecuencia del temor ruso por la presencia islamista, sobre todo en el sur del país, la cual pueda devenir en la proclamación de nuevas independencias, tal como ha ocurrido con Chechenia, donde hay líderes islamistas como Shamil Basayev[3] y Doku Uramov[4] que han reivindicado del uso del terrorismo, para la creación de un califato entre el río Volga y los Urales Meridionales. Del mismo modo el ataque contra el teatro Dubrovka y la toma de rehenes de la escuela de Beslán, han servido como pretexto para Putin para justificar la lucha contra el terrorismo islamista.

Todas estas coyunturas, llevaron a que a lo largo de su mandato, Putin luchase por evitar la “balcanización” de sus vecinos y por buscar la cooperación económica con ellos, dado el grado de porosidad de las fronteras rusas. El primer avance fue la creación de la Comunidad Económica Euroasiática (CEE) conformada por Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán Rusia y Tayikistán, esta organización multilateral pretende establecer un sistema fronterizo común, de forma similar a la Unión Europea. Asimismo, en el mandato de Putin, Rusia ha ingresado a la Organización de Cooperación Centroasiática, compuesta por Kirguistán, Kazajistán, Tayikistán y Uzbekistán. A través de esta organización, Rusia pretende incrementar sus inversiones en la zona. De igual manera, Putin se ha fijado en la zona de Asia oriental; en sus relaciones con China, Putin estableció una política de cooperación económica, con el desarrollo de las provincias chinas del oeste, en las cuales Rusia ha establecido inversiones que han servido para sostener la industria militar del país. Asimismo, Putin estableció planes conjuntos con Japón, para la construcción de oleoducto que vaya desde el lago Baikal, hasta el puerto de Najodka y de ahí hasta el archipiélago japonés, con lo que se pretende que Siberia se convierta también en sector generador de desarrollo (Soto, 2005).








Pero estas estrategias de cooperación, vienen de la mano con un claro fortalecimiento de las Fuerzas Militares Rusas, lo cual es resultado de un proceso de modernización establecido por Putin y continuado por su sucesos Dimitri Medvedev. Esto ha llevado a que se pase de 214 mil millones de rublos en inversión militar en el año 2000 a 956 mil en 2008, lo cual ha sido producto del buen aprovechamiento de los ingresos obtenidos por el petróleo. Ahora, como lo menciona Alejandro MacKinlay (2009), dichos gastos son necesarios para Rusia dado que su prioridad, es la defensa de su territorio, lo que limita su accionar y capacidad. Esta situación impide que Rusia pueda pretender realizar operaciones, terrestres, aéreas y marítimas lejanas de sus fronteras. Sin embargo, con el conflicto en Georgia en 2008, Medvedev y Putin enviaron un mensaje claro al mundo: Rusia sigue presente en el sistema internacional y seguirá defendiendo la que considera su área de influencia.

Conclusión:

En su período presidencial (2000- 2007) y en su gestión como Primer Ministro de Rusia, Putin ha logrado ubicar a Rusia como potencia por medio de una combinación entre el capitalismo y una gran presencia del Estado en la economía. Del mismo modo, el gobierno Putin es resultado de las malas políticas de Boris Yeltsin, quien por implementar un modelo de liberalización excesiva, permitió un detrimento de las finanzas rusas, sobre todo en el nivel regional. Ante esto, Putin sostuvo un régimen de tipo autoritario, lo cual paradójicamente, lo fortaleció ante la opinión pública, permitiéndole incluso gobernar en la sombra como Primer Ministro de Medvedev. Todo apunta a que Putin regresará a la presidencia rusa en 2012, lo cual tampoco significa que todo sea un “camino de rosas” para Rusia. Las demandas por la libertad y la democracia hoy son más frecuentes, y de todos modos, Putin debe encarar no solo una crisis financiera global, sino también el ascenso de nuevas potencias económicas y los puntos poco claros de su primer mandato.


[1] Esta Cámara prácticamente constituye el Poder Legislativo

[2] En la medida que reivindica más el “Imperialismo Ruso” que el carácter nacional de “Rusia”, propiamente dicho

[3] Muerto en 2006

[4] Autor de los atentados al Metro de Moscú en marzo de 2010


Bibliografía

De Andrés, Juan., & Ruiz, Rubén. (2008). "Y Putin encontró el camino. Instituciones y Régimen Político en la Rusia del siglo XXI". UNISCI Discussion Papers (17), pp. 11-53.

MacKinlay, Alejandro. (16 de abril de 2009). "El resurgimiento militar de Rusia". Real Instituto Elcano

Rotfeld, Adam. Daniel. (2001). "La excepcionalidad rusa. A vueltas con la identidad nacional". Política Exterior , XV (83), pp. 10-21.

Sánchez, Antonio. (2001). "La presidencia de Vladimir Putin. Reforma económica, centralismo político". Política Exterior , XV (83), pp. 22-30.

Service, Robert. (2000). Historia de Rusia en el siglo XX. Barcelona: Crítica.

Soto, Augusto. (1 de mayo de 2005). "Las estrategias de Putin en Eurasia". Real Instituto Elcano

Stiglitz, Joseph. (2002). El malestar en la globalización. Bogotá: Taurus.